martes, 12 de diciembre de 2006

Vegetales crudos, la alternativa más saludable


Vegetales crudos, la alternativa más saludable

El desarrollo de las artes culinarias ha permitido enriquecer enormemente la dieta cotidiana, pero también ha restado valor nutritivo al cocinar muchos alimentos como las verduras que, en realidad, pueden degustarse crudas. El crudivorismo significa beneficiarse de todos los elementos nutritivos que contienen, mientras que al cocerlas, se forman sustancias que no se encuentran de forma natural y que, en ocasiones, el organismo no reconoce o no puede asimilar.
Las verduras crudas constituyen un complemento ideal para una dieta sana y equilibrada. Cuando no se tratan con calor, los alimentos conservan intacto su valor nutritivo, pero también todos los microorganismos patógenos que hayan podido acumularse en el transporte y manipulación.

Los alimentos crudos ofrecen nutrientes con una composición química determinada, que sufre modificaciones importantes cuando se cocinan. Está demostrado que los vegetales son una fuente de vitaminas, fibra, oligoelementos y minerales. Las vitaminas y minerales, por ejemplo, son altamente sensibles al calor, de forma que se pierden cuando se cocinan los alimentos que las contienen. El simple hecho de poner a remojo, lavar o trocear hace que vitaminas hidrosolubles como las de los grupos B y C empiecen a perderse. La vitamina E también se deteriora y puede perderse hasta un 50% en las frituras, mientras que los alimentos enlatados o congelados pueden suponer pérdidas de hasta un 75% de algunas vitaminas.

Otros elementos, como las proteínas y las grasas, se transforman por la acción del calor en frituras o al recalentar comidas y pueden llegar a convertirse en elementos nocivos para la salud. Por su parte, las enzimas son moléculas químicas que catalizan todas las funciones que se llevan a cabo en los procesos metabólicos y esto explica que las personas se sientan más vitales y llenas de energía al ingerir vegetales crudos. Se encuentran tanto en alimentos como en el propio cuerpo, pero desaparecen en el proceso de cocinar, lo que obliga al organismo a producir más y puede acelerar los procesos degenerativos en el organismo. Este trabajo extra no sería necesario si se ingiriesen alimentos crudos.

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