jueves, 18 de enero de 2007

Uvas y nueces contra la obesidad


Todo el mundo sabe que las nueces y las uvas son alimentos sanos, ricos en vitaminas y minerales y esenciales en una dieta equilibrada y saludable. Lo que sí es toda una novedad es el resveratrol, una sustancia que se ha encontrado en productos naturales como el vino, la uva y la nuez y que, según un estudio científico internacional que cuenta con participación española, sirve para reducir los efectos secundarios de la obesidad y aumentar la esperanza de vida de las personas que padecen sobrepeso.
Las conclusiones de este estudio, que siempre han de tomarse con reservas hasta que continúen las investigaciones, se publicaron en la revista científica Nature y demostraban que el resveratrol prevenía los efectos no deseados de la
obesidad (diabetes, menor capacidad motora, dificultad respiratoria, aumento de la presión arterial, envejecimiento precoz...). Entre los especialistas que tomaron parte en el trabajo, estaban dos españoles del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo, de la Universidad Pablo Olavide-CSIC en Sevilla, el catedrático y doctor Plácido Navas, y el doctor Guillermo López.
El resveratrol es un activador de una familia de enzimas llamadas sirtuinas. El experimento, llevado a cabo con ratones, demostró que los roedores engordados con alimentos ricos en esta sustancia eran más longevos y tenían mayor calidad de vida que los que aumentaban de peso sin esa sustancia. Según ha declarado Plácido Navas al Diario El País "estos resultados en ningún caso son extrapolables a los humanos. En este tema hay que ser precavidos, porque aunque podrían abrir expectativas en un futuro en esa dirección, de momento las investigaciones se han centrado en ratones macho y todavía no se ha estudiado nada sobre los posibles efectos secundarios de esta sustancia en humano.
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lunes, 15 de enero de 2007

El ajo, fuerte olor y múltiples propiedades

Originario de Asia Central, el ajo es un condimento habitualmente usado en la cocina española que ya era conocido por egipcios y romanos. Se trata de uno de los remedios curativos más eficaces que entonces ya se empleaba principalmente para las infecciones de la piel. También formaba parte de la dieta cotidiana que ingerían los trabajadores de las pirámides, porque se creía que fortalecía el cuerpo para resistir las pesadas jornadas.

Hacia el año 1.000, el ajo era un producto ampliamente conocido y muchas culturas lo apreciaban, no sólo por su valor dietético sino porque consideraban que tenía propiedades medicinales e incluso mágicas.

Y es que este bulbo, formado por varias piezas llamadas “dientes”, posee propiedades estimulantes, antidepresivas, expectorantes y diuréticas. Sin duda se trata de una planta altamente beneficiosa, ya que tiene la propiedad de bajar la tensión arterial y suele utilizarse para tratar la esclerosis cerebral. Además, disminuye el crecimiento de las bacterias, es un potente antiinflamatorio, aumenta las defensas, previene la arteriosclerosis, alivia el dolor, está indicado en problemas del aparato respiratorio, tiene capacidad para reducir los niveles de colesterol y externamente combate la artritis.

En la actualidad, el ajo es objeto de numerosos estudios que intentan demostrar sus posibles efectos beneficiosos en casos de cáncer, lumbago, y que podrían unirse a los ya probados en el campo de la arterioesclerosis.

Las propiedades, en crudo
Este condimento –por su aporte en ajona, una sustancia que se obtiene al ser machacado- resulta un eficaz depurador y fluidificante de la sangre, ya que colabora contra la formación de coágulos de sangre y es un alimento altamente recomendado en casos de enfermedades cardíacas. Por otra parte, contiene aminoácidos sulfúreos, especialmente alicina, con un notable efecto antibacteriano y antivírico que contribuyen a eliminar toxinas nocivas (resulta muy indicado en infecciones de boca, garganta, estómago, de la piel o del aparato genitourinario), aumentar los leucocitos, reducir la presión sanguínea, así como mejorar la función cardíaca y la circulación de la sangre.

Esta planta aromática y comestible es conocida también porque contribuye a la mejora de las infecciones y si se aplica sobre la piel, su jugo resulta antiséptico. De hecho, resulta 50 veces más potente desinfectante que el alcohol de 90 grados o el zumo de limón. Esta capacidad bactericida explica que, en ocasiones, cuando la carne de un ave o de un cordero empieza a oler se frote con ajo.

No hay que olvidar que todas estas propiedades del ajo sólo sirven si éste se consume crudo y realmente las opciones son muy numerosas: puede triturarse en el gazpacho, cortado en pequeños trozos sobre anchoas o sardinas, cortado en láminas finas y mezclado en ensaladas, como parte de salsas (ali oli, pesto…), con champiñones o setas, pimientos asados e incluso, simplemente, frotado sobre pan tostado.
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jueves, 11 de enero de 2007

Cebollas rellenas


Cebollas rellenas

Receta de cebollas rellenas:
Los ingredientes 10 cebollas medianas, 10 salchichas, ½ litro de caldo de ave, 100 gramos de pasas de Corinto, 200 gramos de arroz salvaje, 2 deditos de salsa de soja, 1 cucharadita de cilantro picado, aceite, pimienta y sal.
Preparación:Cuece el arroz en un cazo grande con agua y un poco de sal hasta que veas que está en su punto, dispón las pasas en un bol con agua caliente durante una hora.
Pela y escalda las cebollas en una olla con agua hirviendo con un poco de sal durante 5 minutos, seguidamente, escurre y seca las cebollas. Con la ayuda de un cuchillo bien afilado, vacía el interior de las cebollas con mucho cuidado para evitar que se rompan.
Pica finamente la pulpa obtenida de las cebollas y rehoga en una sartén con un poco de aceite hasta que veas que se ha dorado. Agrega ahora las salchichas previamente troceadas, las pasas escurridas y finalmente el arroz previamente escurrido. Remueve todo el conjunto y sazona con un par de cucharadas de salsa de soja, un poco de pimienta recién molida y sal, vuelve a mezclar y tras unos minutos, retira la sartén del fuego.
Rellena las cebollas con la mezcla preparada y colócalas en una fuente refractaria. Riega las cebollas con el caldo e introduce la fuente en el horno previamente precalentado a 200º C, cuece durante 15 minutos.
Retira la fuente y dispón las cebollas en los platos de servicio, espolvorea con un poco de cilantro y acompaña las cebollas con un poco de la salsa resultante de la cocción.
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lunes, 8 de enero de 2007

Dieta hipocalórica: ¿el secreto de la eterna juventud?

Dieta hipocalórica: ¿el secreto de la eterna juventud?

Son numerosos los estudios científicos que demuestran que una alimentación sana y controlada contribuye a prevenir enfermedades como la obesidad, la diabetes o la arterioesclerosis. Además, comer menos es la mejor manera de perder peso; de hecho, la dieta hipocalórica sigue siendo, en general, la favorita de los médicos y especialistas a la hora de poner a raya los kilos de más. Nuevos estudios no sólo confirman su eficacia, sino que le atribuyen efectos rejuvenecedores para nuestro organismo.
La Universidad de Washington (Estados Unidos) y el Instituto Superior de Sanidad de Roma (Italia) han publicado recientemente un estudio que concluye que ingerir menos calorías incide en un mejor funcionamiento del corazón. Las pruebas demostraron que el corazón de las personas sometidas a una dieta hipocalórica, en comparación con otras que comían normalmente, trabajaba como si tuviera 15 años menos, mostrándose más elástico y joven.
En realidad, el tipo de alimentación al que fueron sometidos tiene bastantes puntos en común con la alabada dieta mediterránea, lo que en parte podría explicar los buenos resultados obtenidos. Es decir, su dieta hipocalórica no sólo consistía en cantidad (entre 1.400 y 2.000 calorías), sino también en calidad: los vegetales (frutas, verduras, cereales y legumbres) eran el producto principal, seguidos de pescados y grasas insaturadas como aceite de oliva, a la vez que se restringieron los lácteos y las carnes y se suprimieron los alimentos refinados y procesados.
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miércoles, 3 de enero de 2007

Panettone navideño

Panettone

En un mundo global como el nuestro es cada vez más frecuente que las tradiciones culinarias de los distintos países se mezclen en una misma mesa, enriqueciendo e innovando nuestras comidas con una gran variedad de productos. En las fiestas navideñas, el desembarco de usos y costumbres extranjeras es ya un hecho desde hace muchos años. Aunque muchos observen este fenómeno como una 'invasión', al menos desde el punto de vista gastronómico, es una suerte poder disfrutar de los manjares que provienen de otros países. Un ejemplo delicioso es el Panettone italiano.
Estos bizcochos de grandes dimensiones son ya más que habituales en supermercados y pastelerías de todo el mundo, sin embargo, para muchas personas, son todavía un producto desconocido. Procedentes de Italia, y con una tradición centenaria, se consideran los postres más típicos de la Navidad transalpina, aunque también se consumen en otras fechas señaladas del calendario festivo.
Panettone: el gran bizcocho milanés
.Harina, mantequilla, levadura, leche, azúcar, pasas y frutas confitadas son los ingredientes de uno de los dulces más internacionales de Italia. El panettone o panetón destaca por su intenso sabor, limpio y aromático, su exquisita combinación de frutos secos y azúcar y las posibilidades que ofrece como postre. Se puede comer solo ligeramente horneado, mojado en leche caliente, relleno de nata o chocolate, o, como suele ser más habitual, aderezado con una salsa dulce de queso mascarpone.
Su origen es incierto, ya que son muchas las leyendas que giran en torno a su primera aparición. Quizá la más extendida es la que cuenta que, a finales del siglo XV, un joven aristócrata se enamoró de la hija de un pastelero milanés llamado Toni. Para impresionar a su padre, se inventó un delicioso pan de frutas de delicado sabor que tuvo un enorme éxito entre los clientes de la pastelería. Los milaneses no dejaban de acudir al local a pedir más 'pan de Toni'.
Regalar uno de estos bizcochos se convertiría poco a poco en tradición navideña gracias a los hombres de negocios. Éstos obsequiaban a sus clientes por Navidad con uno de estos suculentos dulces. Aunque hubo una época en la que sólo los más opulentos podían disfrutar del panettone, gracias a las técnicas de producción industrial, pronto estuvieron al alcance de todo el mundo.
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